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	   Tenerife se encuentra aproximadamente en la zona central del archipiélago  canario, entre las islas de Gran Canaria y La Gomera. La primera, está  situada al sureste de ésta, separada por unos 60 km; y La Gomera está al suroeste, a  unos 30 km.  La distancia que la separa del continente africano es de 284 km. Debido al pico Teide, es conocida popularmente en el  resto de Islas como ‘isla picuda’. Tiene cierta forma triangular,  ejerciendo de vértices la Punta  de Anaga, al este, la Punta  de Teno, al noroeste y la Punta  de Rasca, al sur. Es la Isla más extensa del Archipiélago con una superficie de 2.057 km2. Tiene  longitudes variables entre sus vértices, con 84 km entre las Puntas de  Anaga y Teno, 80 km  entre la Punta  de Rasca y la de Anaga, y 40   km entre Teno y Rasca. La Isla es una enorme montaña  formada por la acumulación de materiales volcánicos, como una gran pirámide que,  naciendo en la costa, generalmente alta y acantilada, va ascendiendo con gran  pendiente hacia el centro. Está culminada por el circo o caldera de Las Cañadas, situada en la base del complejo Teide-Pico  Viejo, que con 3.718   m, se erige como la máxima altitud de  Canarias y del territorio español. Dentro del relieve insular, destaca la Cordillera Dorsal o Dorsal de Pedro Gil, una barrera montañosa que atraviesa la Isla de noreste a suroeste,  dividiéndola en las vertientes norte y sur. Conecta con La Cañadas del Teide, y esta  lo hace a su vez con las otras dorsales de la Isla, la Dorsal de Abeque, ubicada en el extremo  noroeste, con dirección noroeste-sureste; y la Dorsal Sur, con dirección  norte-sur. A partir de ellas nacen muchos de los barrancos más importantes de  de la Isla, y  desde la de Pedro Gil también surgen los Valles  de La Orotava y de Güímar. 
	   Las zonas más antiguas  de Tenerife son las de Anaga, Teno y algunos sectores de la Dorsal Sur, coincidiendo con la  zona de Roque del Conde, en Adeje.  Constituyen los macizos antiguos,  que emergieron a la superficie desde el fondo oceánico como islas independientes,  quedando unidos posteriormente al conjunto de Tenerife por el relleno de  materiales lávicos procedente de erupciones más recientes. Son terrenos  abruptos, con grandes acantilados y surcados por numerosos barrancos, que  suelen ser estrechos y profundos. Al oeste de la península de Anaga,  existe una zona de relleno compuesta por la vega de La Laguna y la meseta de Los Rodeos. Es un  sector muy húmedo de la Isla,  cubierto por una espesa niebla durante muchos días al año, que se estanca,  favorecida por la orografía del lugar. Constituyen el tránsito previo a la  barrera montañosa más importante de la   Isla, la   Dorsal de Pedro Gil; y también, a partir de aquí, comienza la  rampa lávica que llega hasta la capital, Santa Cruz de Tenerife. En general, todas estas  características han generado una serie de variedades  climáticas, florísticas y faunísticas, que han dado como  consecuencia importantes contrastes paisajísticos. Existe una marcada diferencia entre las dos vertientes insulares, fundamentalmente por  factores climáticos como la orientación, altitud y disposición del relieve.  Estos hacen que la vertiente norte, abierta a los alisios del noreste, sea la  más húmeda y rica vegetalmente; y la sur, la más árida y seca. Hay multitud de microclimas y diversos pisos  de vegetación, que se disponen a lo largo de toda la Isla en diferentes altitudes.  Este hecho, está favorecido por la elevada cota que se alcanza en la Isla, lo que permite un mayor  número de pisos vegetales en relación con el resto de Islas Canarias. Se llega  incluso a desarrollar una importantísima representación del matorral de cumbre canario, donde destaca  la omnipresente retama del Teide (Spartocitysus  supranubius), el taginaste rojo (Echium  wilpretti) o el endemismo más conocido de este Parque Nacional y Patrimonio  Mundial, la violeta del Teide (Viola  cheiranthifolia). 
	   Las costas son en general muy accidentadas  y abruptas, aunque esto no exime a la Isla de poseer un importante número de playas y calas interesantes para el baño. La costa norte es más escarpada  que la sur, destacando algunos acantilados que coinciden con las zonas más  antiguas. También posee playas importantes que suelen ser de arena negra,  aunque en el sur es donde más predominan. Aquí, son de arena más clara, donde  destacan las de los núcleos turísticos más visitados (Los Cristianos, Las  Américas o el Médano). La intervención histórica del hombre sobre el  medio ha provocado que el paisaje natural tinerfeño se haya ido  modificando. Comenzó tras la   Conquista castellana con la roturación del bosque para  obtener tierras de cultivo y madera, y su máximo esplendor ha llegado con el  desarrollo urbanístico y turístico desde los años 60 del siglo XX hasta la  actualidad. Hoy en día, casi la mitad del territorio insular (48,6 %) está  protegido por ley, teniendo un total de 43  Espacios Naturales Protegidos, divididos en diferentes categorías. Esto  garantiza la conservación de su biodiversidad y de sus paisajes para el  disfrute de sus habitantes y turistas.  |