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  12. CANARIAS EN EL SIGLO XVII    
 
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De la caña de azúcar al vino

Las plantaciones de vides que, como sabemos, habían comenzado en una fecha temprana del siglo anterior, alcanza en esta centuria su máxima extensión. De forma progresiva las parras de viña van desplazando a la caña de azúcar que queda como cultivo residual.

Tanta es la fama que gozo el malvasía canario, que escritores como Shakespeare lo mencionan en sus obras.

Los caldos canarios, especialmente el malvasía, gozaron desde muy pronto de merecida fama, sobre todo en Inglaterra y colonias americanas. Daniel Defoe y Shakespeare , entre otros, se hicieron eco de esta reputación. Los «factores» ingleses o de otros países de Europa del Norte (especie de «agentes comerciales») empiezan a llenar la historia comercial del Archipiélago. Ellos serán los que estimulen el desarrollo de los cultivos, al comercializar el producto en sus naciones de origen. Fundan, a su vez, en los puertos canarios, «casas comerciales» o agencias, que se ocupan de la importación y exportación de mercancías de todo tipo.

La demanda inglesa por los vinos canarios hizo que las relaciones comerciales entre Inglaterra y Canarias se estrecharan notablemente. De aquí parte la secular tradición comercial anglo‑canaria .

Como consecuencia de este comercio de exportación de vinos, grupos de ingleses se establecen, a mediados de siglo, en el Puerto de la Cruz (Tenerife). Hacia 1655 los ingleses fundaron la Compañía de Canarias en un intento por monopolizar el comercio de vinos, pero los vinateros protestaron ruidosamente (derramaron grandes cantidades de vino por las calles) y la compañía tuvo que disolverse en 1667. Las iras del pueblo también se dirigieron contra el Capitán General por considerarlo con intereses en la Compañía.

Muchos fueron los ingleses que se establecieron en el Puerto de la Cruz, gracias a la relaciones comerciales que se mantenían con Inglaterra a través del muelle portuense (FEDAC/Cabildo de Gran Canaria)

A partir de 1715, la exportación de vinos de Inglaterra y colonias sajonas desciende verticalmente, lo que llevó consigo la decadencia del cultivo. Las causas de su decadencia fueron la puesta en cultivo de tierras no aptas para la vid, con el consecuente deterioro de precios y calidad, la fuerte competencia de los vinos portugueses y mediterráneos y la política anti-inglesa de España.

En este siglo, la agricultura isleña sufre fuertes quebrantos, ocasionados por las frecuentes sequías, las plagas de langosta y erupciones volcánicas, especialmente en las islas orientales, donde el hambre, al escasear el grano, toma caracteres epidémicos. Muchos habitantes de Lanzarote y Fuerteventura tienen que emigrar en masa.

Por entonces se introduce en las Islas el cultivo de las papas (término quechua), procedente de Perú, y el millo  originario de Méjico, que tanta importancia tendrá en la subsistencia de los canarios .

El cultivo de las papas se introduce en el Archipiélago en el siglo XVII procedente de Perú. (AIV)

RESTRICCIONES EN EL COMERCIO CON INDIAS

Los permisos para comerciar con Indias siguen teniendo carácter temporal, pero lo que realmente caracteriza este periodo son las restricciones que se implantan en cuanto a cantidad de mercancía embarcada y a puertos de destino . A partir de 1678, la licencia para comerciar estaba condicionada a que de las Islas saliese obligatoriamente un determinado número de familias para poblar aquellas tierras (5 familias por cada 100 Tm. embarcadas), condición que algunos historiadores han dado en llamar «cuota o impuesto de sangre».

Las limitaciones al comercio de Indias repercutieron desfavorablemente en la economía isleña. A esto hay que añadir las exigencias en hombres y dinero de la Corona para sus guerras en Europa y los desastrosos años agrícolas. La apurada situación fue superada merced al lucrativo negocio del vino y otros tráficos semiclandestinos de variadas mercaderías.

Gracias a la exportación de vinos, las Islas pudieron superar los periodos de penuria. Viñedos de Santa Brígida, Gran Canaria. (TB)

LA SOCIEDAD CANARIA EN EL SIGLO XVII

A principios de este siglo, llegan a las Islas familias de judíos, al concedérseles en Portugal la libertad de emigrar, mientras continúan importándose esclavos negros para los trabajos agrícolas. Las emigraciones forzosas a América y las levas frecuentes hacen suponer que la población del Archipiélago permaneció estancada. Sin embargo,  los estudios de demografía histórica revelan que la crisis española del siglo XVII no afectó demasiado a Canarias, que siempre presentó un ritmo regular de crecimiento. Al fin y al cabo, la emigración regula la población interna (en relación con los recursos existentes), sin implicar de por sí una disminución poblacional.  De hecho, para el periodo comprendido entre 1676‑1688, del que hay datos precisos, la población canaria crece casi en un 13% a pesar de las levas y hambres . La población total absoluta en 1688 se aproxima a los 105.375 habitantes y la isla más poblada era Tenerife. Se trata de una población en constante movimiento, dado los factores históricos y geográficos de las Islas.

La sociedad canaria de este siglo acabó por sedimentarse en capas jerárquicas bien diferenciadas: una nobleza o aristocracia terrateniente, detentadora a su vez de los cargos civiles (regidores) y militares; equiparado al estamento anterior estaría el clero rico. Luego vendrían, por orden de importancia social, la incipiente burguesía, algunos de cuyos miembros, al calor del comercio de vinos, tratan de «dorar sus riquezas» con la adquisición de títulos nobiliarios, para equipararse a la nobleza isleña, y los pequeños artesanos y campesinos. El último peldaño de la escala social, después de los peones, estaba ocupado por los esclavos.

Uno de tantos edificios señoriales de Garachico, que conoce, en el siglo XVIII, su época de mayor esplendor. (PH)

La villa y puerto de Garachico alcanza en este siglo su máximo esplendor, al producirse un desplazamiento del eje económico desde Gran Canaria a Tenerife.

En general, la sociedad canaria de entonces, formada por gentes rudas de diversas procedencias, mostraba poco interés por la cultura, salvo un minoritario grupo de la aristocracia isleña  que conecta con los movimientos ilustrados de Europa.

El Santo Oficio, con sede en Las Palmas, celebró varios Autos de fe de los que resalta por su espectacularidad la ejecución de George Gaspar, quemado vivo por profesar la religión protestante. La mayoría de los presos de la cárcel inquisitorial eran marinos o comerciantes extranjeros de paso o residentes por aquí .

La enseñanza, tanto en este siglo como en el anterior, fue inexistente, la gente bastante ruda daba poco crédito a la educación, leer y escribir era un lujo privativo de unos pocos. Para hacernos una idea de esta incultura general, diremos que sólo existían en el Archipiélago tres centros de enseñanza. Lo que en aquel tiempo llamaban Escuelas de Gramática. Una, en Las Palmas, sufragada por el Cabildo Catedralicio, otra en La Laguna, a cargo del Cabildo de Tenerife y la tercera, en Santa Cruz de La Palma, costeada por los propios alumnos.

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