1. Introducción: la escritura Líbico-beréber
«La escritura alfabética, denominada Líbico-beréber, es el sistema autóctono de escritura de las gentes del noroeste de África desde la antigüedad tardía hasta hoy.
Su evolución se ha visto condicionada por el prolongado tiempo en el que este procedimiento escriturario ha estado en uso, expandiéndose a regiones geográficamente muy distantes.
Tradicionalmente se han distinguido diversas modalidades que aglutinan diversos grupos y que, por ahora, consideramos útil mantener, pero que aquí matizamos como una conclusión lógica del estudio que abordamos:
a) La escritura Líbica, usada en las antiguas Numidia y Mauretania desde el siglo III ó II a.C. hasta el final del periodo romano. Las inscripciones fechadas más antiguas se encuentran en una pieza de cerámica localizada en una tumba de la ciudad argelina de Tiddis (250±100 a.C.) y en las inscripciones monumentales bilingües (Líbico y Púnico) de la tunecina Dougga (S. II a.C.). Sin embargo, la gran mayoría son estelas funerarias procedentes de la época romana, incluyendo varios textos redactados en diferentes escrituras, como el Líbico y el Latín, encontradas en un área comprendida entre el Tell tunecino y el Océano Atlántico. Ch. Chabot las recopila en 1941 en su Recueil des Inscriptions Lybiques (RIL) y el corpus ha sido completado en varias ocasiones, entre ellas por L. Galand en la década de los sesenta.
b) Las escrituras Saharianas “antiguas”, a lo largo y ancho del gran desierto, desde el Atlántico al Fezzan y más allá, y desde las montañas del Atlas al Río Níger. En general, son de difícil datación y de complicada adscripción a un determinado grupo humano. Aunque ciertas inscripciones realizadas en estos “alfabetos” se han datado en los siglos VII ó VI a.C., como por ejemplo, el “hombre” de Azib n’Ikkis o el friso de los elefantes de Oukaimeden (ver, por ejemplo, Farrujia et al, 2009), pensamos que no existe evidencia alguna que apoye una datación tan temprana para ninguna de estas inscripciones.
c) Los caracteres “Tifinag” del Sahara central de los dos últimos siglos; aún en uso entre los Tuareg. Se les hace descender directamente de las inscripciones Saharianas más antiguas.
A las anteriores debemos añadir las inscripciones rupestres de la Cabilia argelina, difíciles de incluir en ninguno de los grupos anteriores, y las inscripciones líbicas de las Islas Canarias que, gracias a los alfabetos propuestos por nuestro equipo en trabajos anteriores, pensamos que hoy sabemos transcribir aunque, por ahora, aun no podamos entenderlas.
2. Canarias
Durante las últimas décadas se ha llevado a cabo una recopilación sistemática de inscripciones líbico-beréberes en las Islas Canarias y procedido a un estudio comparativo que ha conducido a resultados muy interesantes y ha puesto de manifiesto hechos curiosos.
Así, por ejemplo, algunos signos que aparecen en unas inscripciones, no se registran en otras, algunos de ellos son exclusivos de ciertas islas, de una determinada estación o de una técnica escrituaria (piqueteado continuo o incisión).
En principio, parece pues razonable establecer diferencias entre islas o grupos isleños, basándose en la presencia o la ausencia de algunos signos (o formas), sin embargo, mientras que ciertos grupos, como el herreño, cuentan con más de 100 recurrencias (apariciones de signos), en otros éstas son más escasas.
A ello hay que añadir igualmente el número muy desigual de yacimientos rupestres: por ejemplo, La Palma y Tenerife sólo tienen una estación cada una con un bajo número de signos y, en consecuencia, sus datos, diferenciados por isla, no serán susceptibles de analizar por ningún método estadístico.
Afortunadamente, desde los últimos trabajos que hemos desarrollado, la isla de la Gomera se ha venido a sumar al corpus de inscripciones alfabéticas y, aunque éstas no son numerosas, nos van a permitir incluir a esta isla en nuestro análisis con las debidas precauciones pues es posible que no contemos todavía con el corpus completo de signos.
Por el contrario, de las islas de El Hierro y Gran Canaria poseemos suficientes datos como para poder afirmar que cualquier signo, que se usase en ellas, estará presente en nuestro análisis.
En Canarias, se puede considerar un grupo occidental (El Hierro, La Gomera y Gran Canaria), sin que cuenten Tenerife y La Palma, por tener sólo una estación de escritura; y un grupo oriental o Majo (Lanzarote y Fuerteventura, con el alfabeto líbico-bereber y Líbico-canario).
3. Los grupos de signos alfabéticos
Con el fin de evitar, en la medida de lo posible, discusiones sobre el número de alfabetos, habitualmente circulares, vamos a dividir los datos recopilados (más de 7000 recurrencias de signos entre el norte de África y las islas) en áreas geográficas, separadas en muchos casos por decenas o cientos de kilómetros e incluso por el mar. El material epigráfico se ha seleccionado directamente de una o varias estaciones que comparten características similares y un mismo espacio geográfico (una isla, una región, una provincia romana, un antiguo reino, etc.).
Esta clasificación nos lleva a una separación en un total de 25 grupos, diferenciados claramente.
4. Análisis: Grado de Afinidad, Dendrograma y Parentesco entre grupos
Se obtiene el “índice de repetición”, R, a través del tanto por ciento de signos comunes, comparando, de dos en dos los posibles alfabetos, hasta cruzarse todos entre sí. De esta forma se obtiene un índice de parentesco entre cada pareja. Cuanto más próximo a 10, la similitud es elevada y cuanto más a 0, la similitud es nula.
5. Principales resultados
• El alto grado de parentesco entre las diferentes escrituras “líbicas” en uso en el interior de las fronteras del reino de Numidia.
• El alto grado de parentesco entre el Tifinag (Ahaggar y Acacus) y los dos NeoTifinag, lo que es perfectamente razonable. El parentesco entre el Neo-Tifinag y el Líbico se explica fácilmente por la incorporación deliberada y reciente al primero de signos líbicos ya olvidados que no se usaban en las tifinag.
• El pequeño “grado de afinidad” interno que se halla entre la mayoría de las escrituras “saharianas”. Esto nos sugiere que, en lugar de un único “alfabeto” con variantes locales, éstas serían probablemente primas cercanas, con un ancestro común aún difícil de precisar.
• En Canarias, la estrecha relación entra las escrituras de las diferentes islas, lo que quizás sugeriría un origen común o geográficamente muy próximo para sus gentes. De aquí se confirma también la existencia probable de dos “alfabetos” casi idénticos en el Archipiélago, uno en El Hierro y Gran Canaria −y posiblemente la Gomera−, al que se ha propuesto llamar Canario Occidental, y otro, el Majo, en las islas orientales de Fuerteventura y Lanzarote.
• Sorprende el parentesco entre el Canario Occidental y las escrituras del grupo Masilio (y también con el Líbico Horizontal) que relaciona a las Canarias con las regiones más distantes del noroeste de África (Túnez en este caso) en lugar de con las regiones próximas a las costas atlánticas ya que, hasta ahora, la mayoría de los especialistas han relacionado las escrituras canarias con los alfabetos “saharianos” de estas regiones vecinas.
•El parentesco de los grupos canarios con los grupos más lejanos geográficamente de las islas, el corpus encontrado en las estaciones de Bab el Macnusa y Ghirza, e incluso más allá.
• Igualmente, sorprende la clara dicotomía existente entre el grupo de alfabetos “líbicos” y el grupo de los “saharianos” que a su vez poseen nexos muy débiles entre sí. En nuestra opinión, este hecho apoya la idea, ya intuida anteriormente, de que el sistema de escritura líbico-beréber se desarrollo en Numidia, bajo inspiración púnica, en algún momento cercano a la creación del reino. La expansión hacia el Sahara y la fachada atlántica sería pues a posteriori.
•Los resultados preliminares pueden apoyar una patria común para las gentes que portan la escritura líbica al archipiélago en algún lugar de Túnez o de la antigua Tripolitania (lo que podría explicar la doble relación de los alfabetos canarios con el Masilio y con algunos alfabetos del Desierto Libio), en un momento cercano al cambio de la era (S. I a.C. a II d.C.), tiempo y lugar donde los ancestros de los antiguos canarios podrían haber aprendido a escribir de las poblaciones norteñas vecinas, los númidas, y haber transmitido ese conocimiento a sus vecinos del sur a través de las rutas comerciales saharianas. Esta hipótesis podría estar avalada por otros descubrimientos de índole genético.
Fuente: Belmonte,J.A., Perera Betancort, Mª A. y González García (2010). Análisis estadístico y de grupos de las escrituras líbico-beréberes de Canarias y el norte de África. VII Congreso de Patrimonio Histórico. Inscripciones Rupestres y poblamiento del Archipiélago canario. Lanzarote.
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