Buscar
Búsqueda avanzada
  1. MANIFESTACIONES ART�STICAS DE LOS GUANCHES    
 
    Índice de contenidos
    Temas relacionados
    Enmarque del tema
    Complementos
    Material multimedia
      Imágenes
      Videos
      Animaciones
 
    Léxico
    Artículos de ampliación
    Aportaciones externas
    Notas eruditas
    Orientaciones y debate
    Bibliografía

AMPLIACI�N: PROCESOS DE ELABORAC�N DE LA CER�MICA

Entre los primeros habitantes de las Islas, seg�n diversas fuentes escritas, la alfarer�a era oficio de mujeres. Ha sido un legado que ha permanecido hasta nuestros d�as por tradici�n, elabor�ndose la cer�mica pr�cticamente a trav�s del mismo proceso que empleaban los guanches.

El proceso de elaboraci�n ha sido algo generalizado y similar para todas las Islas. Para ello se utilizaba arcilla que, qu�micamente pura es un silicato de aluminio hidratado (Si Al H2O). Combinada con agua, la arcilla forma una masa moldeable. El contacto con el aire y la cocci�n posterior producen la disminuci�n de tama�o de la masa y la dureza final de la pieza.

Las arcillas canarias proceden de suelos volc�nicos, siendo muy ricas en hierro y pobres en s�lice. En estado puro no son aptas para elaborar cer�mica debido a una excesiva plasticidad y alto �ndice de contracci�n. Deben mezclarse con otros tipos de tierras para permitir su modelado y cocci�n sin peligro de agrietarse. Despu�s se procede al cribado o �cernido� para limpiar la tierra de impurezas org�nicas y quitar los granos m�s gruesos. Luego se mezcla con agua, y tras un largo sobado que da uniformidad a la masa, la mezcla se deja reposar unos d�as. Se obtiene una pasta a la que tambi�n se le suele a�adir desgrasantes (arena, restos de cer�mica, conchas, toba, etc.) para mejorar la consistencia de las piezas.

La t�cnica fundamental en la elaboraci�n de la cer�mica canaria es la del urdido. Se trata de un modelado a mano que se empleaba en el Archipi�lago desde �poca prehisp�nica, que perdura todav�a hoy en algunos pueblos, como el bereber del norte de �frica. Consiste en ir levantando las paredes de la vasija con sucesivos cordones o cilindros de barro (�bollos� o �churros�) a partir de un fondo plano y circular.

Para conseguir un buen acabado y decorar la cer�mica se emplean sencillos utensilios como callaos de mar, trozos de madera, punzones o piezas de hueso. El callao se emplea para el alisado, humedecido y con el barro a�n fresco. Con este proceso se eliminan las irregularidades del interior de la pieza que se han formado entre las uniones de los �bollos� y las marcas de los dedos. El exterior de la pieza se retoca y mejora mediante el espatulado con el barro algo m�s seco, mediante una pieza de hueso o de madera de punta �roma� o redondeada. Para la parte exterior tambi�n se emplea el �almagrado� y el �bru�ido�. El primero consiste en frotar con tierra de almagre para impermeabilizar la pieza y mejorar su acabado; y el segundo en un pulido intenso de la superficie para abrillantarla.

Tras todo este proceso se le a�aden los ap�ndices, que pueden ser de m�ltiples formas y con diferentes utilidades. Se pueden pegar a las paredes de la cer�mica o insertar haciendo un agujero. As�, podemos encontrarnos pitorros, vertederos, pico vertederos, ap�ndices macizos, asas de cinta o mamelones.

La decoraci�n final, adem�s de para embellecer las piezas cer�micas, dan el toque distintivo, caracter�stico y creativo en el proceso de elaboraci�n. Se realiza antes del proceso de cocci�n, cuando la pasta est� a�n fresca. La plasticidad del barro permite decorar con las manos, dedos, u�as, palos de madera, punzones de hueso u otros instrumentos.
Hay gran variedad de t�cnicas decorativas, donde se emplea fundamentalmente la incisi�n, la acanaladura, la impresi�n o la pintura. Esta �ltima t�cnica se emplea s�lo en algunas Islas, con diversos motivos geom�tricos con pintura roja, negra y/o blanca.

Despu�s de secarse, la cer�mica se somete al proceso final de cocci�n para adquirir la definitiva dureza y perdurabilidad. El sistema de cocci�n que se empleaba por los guanches era al aire libre, en un hoyo en la tierra o con un horno hoguera u horno hornera, conocido a�n en el norte de �frica. La temperatura obtenida con este sistema no es muy elevada, entre 650-900� C, dando lugar a la fragilidad y porosidad caracter�sticas de la cer�mica del Archipi�lago.