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  1. MUNDO Y VIDA DE LOS ANTIGUOS CANARIOS    
 
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22. PERFIL PSICOLÓGICO DEL GUANCHE


 

¿CÓMO SE PUEDE CONOCER LA PSICOLOGÍA DE LOS ANTIGUOS CANARIOS?

Es muy atrevido hablar de la psicología del guanche, a menos que hablemos de lo que opinan los demás sobre cómo era el comportamiento de ellos. Las valoraciones sobre los guanches están basadas en los textos de cronistas e historiadores, especialmente los que estuvieron más cerca del período de la conquista, así como, de algunos escritores previos a la misma, como el manuscrito de Boccacio sobre la expedición portuguesa, de 1341, patrocinada por el rey de Portugal, Alfonso IV, comandada por el genovés Niccoloso de Recco y el florentino Angelino del Teggia.

Las mayoría de las consideraciones son muy positivas, pero algunos casos en exceso, como ocurre con Antonio de Viana que, pasado un siglo de la conquista, trata de ennoblecer e idealizar la figura de los guanches.

En otros casos hay elementos de mayor carga negativa, sobre todo cuando se trata de los colonizadores que intenta controlar y someter a los naturales.
Por lo tanto seremos cautos a la hora de trazar un perfil psicológico del hombre guanche en función del análisis de contenido de los distintos textos.

PARA QUÉ CONOCER LA PSICOLOGÍA DEL GUANCHE

No sólo es importante conocer los utensilios, instrumentos, organización y creencias en el mundo guanche, sino también, conocer cómo es el estilo y comportamiento de los antiguos canarios, a pesar de la variedad y diferencias existentes en islas y en zonas. Esto nos ayuda a completar mejor ese mundo tan especial dónde sienta sus raíces la propia identidad canaria.

Para entender la psicología y el estilo de vida del actual hombre de Canarias, hay que comprender antes la psicología y el estilo de vida del guanche, así como el proceso histórico que cambió su vida.

ANTIGÜEDADES DE LAS ISLAS AFORTUNADAS- VIANA

Las Antigüedades de las Islas Afortunadas constituyen, sin lugar a dudas, uno de los textos más populares de los que tratan del pasado de nuestro Archipiélago.

El poema del lagunero Antonio de Viana debe ser considerado como una fuente etnohistórica, aunque realidad, ficción y leyenda se confunden a lo largo de los 14.372 versos.

La obra está escrita por un jovencísimo autor. Se calcula que Viana empezó a redactarla cuando era un adolescente, pues sólo tenía con 24 años cuando pidió las licencias para su publicación.

Posteriormente, Viana olvida la poesía en favor de la medicina, actividad con la que se ganaría la vida y llegaría a adquirir cierto prestigio.

Su fuente principal fue la Historia de Nuestra Señora de Candelaria,escrita por fray Alonso de Espinosa pocos años antes. Viana utiliza el texto del dominico para elaborar buena parte de sus versos dedicados a los usos y costumbres de los guanches. Esta es la parte que, en este caso, más nos interesa.

Sin embargo, Viana retoca a su antojo algunas de las costumbres de los antiguos habitantes de Tenerife, bien por no considerarlas apropiadas para la imagen que pretendía dar de sus ancestros, bien porque no casaban con el hilo argumental de su Poema. Es este criterio literario, contrapuesto al histórico, el que hace que el poeta asigne nombres de lugar a los protagonistas de su historia (Tegueste, Tinguaro, etc.), cuando no se los inventa directamente (Leocoldo, Ruymán, Rosalba, etc.).

De todos modos, sería un error considerar la integridad del texto de Viana como una fabulación, pues recoge información de fuentes etnohistóricas de justificado prestigio e incluso ofrece algunas informaciones inéditas hasta ese momento, posiblemente extraídas del saber popular y que han podido ser verificadas con el tiempo. Éste es el caso de algunas de las voces guanches que Viana aporta en su Poema, correspondientes a nombres tanto propios como comunes. Entre los primeros hallamos el Sigoñe (‘capitán’) usado para referirse al jefe militar de Benchomo. Para los comunes, guañac(‘comunidad sociopolítica’), guayo (‘vasallo’) o sunta (‘arma, maza muy gruesa’), nos sirven de ejemplo.

El problema, por tanto, está en saber qué parte del texto es historia, qué parte es invención y qué parte leyenda. La tarea no es sencilla: historiadores clásicos, como Núñez de la Peña o Viera y Clavijo, lo intentaron, aunque no siempre con éxito. Es por eso que, lo que para Viana fue artificio artístico, otros lo tomaron como leyenda o incluso como realidad histórica.

El Poema de Viana consta de dieciséis cantos escritos en endecasílabos que combinan el verso libre y la octava real. Probablemente fue compuesto en Sevilla, ciudad en la que Antonio de Viana estudió y residió en varias ocasiones, ejerciendo su profesión de médico, y donde el Poema se publicó por primera vez en 1604.


Extraído de Nestor Bogajo mundoguanche
http://www.mundoguanche.com/portada/articulo.php?id_articulo=110

ELOGIOS AL HOMBRE GUANCHE

El sistema de vida del guanche era sencillo, elemental. Lo propio de los pueblos pastores y agrícolas. Su progreso técnico estaba anclado aún en el neolítico, aunque se viviera en una fase posterior, pero sus cualidades humanas han sido remarcadas por los propios cronistas, como Jean Le Verrier y Pierre Boutier, en comparación con los propios pueblos más civilizados que trataban de civilizarlos. Por eso Viera, con esa actitud de ennoblecer al “buen salvaje” exclama: ¡Felices todos, si con conocimiento del evangelio hubiesen podido poner más tiempo su inocencia a cubierto de la ambición y del derecho del más fuerte!

Eran sus cualidades extraordinarias y Viana (sin olvidar su actitud ennoblecedora) supo muy bien retratarlas en estos versos:

Las cualidades físicas y morales de estos hombres fueron objeto de admiración por parte de los propios conquistadores tan pronto pusieron pie en tierra, quedando expresado en aquella frase tan conocida de los capellanes de Bethencourt: «ld por todo el mundo y casi no hallaréis en ninguna parte personas más hermosas ni gente más gallarda que las de estas islas, tanto hombres como mujeres, además de ser de buen entendimiento, si hubiera quien los cultivase».

ANALISIS PSICOLÓGICO DEL PUEBLO GUANCHE

Dificultad

Los elogios anteriores precisan de ser estudiados seriamente y aquí sólo podemos hacerlo con brevedad. Lo primero que hay que indicar es la dificultad de tal estudio, como en tantos otros aspectos, a causa de las diferentes islas que tienen sus peculiaridades muy marcadas, a pesar de haber un fondo común. Lo segundo es que las fuentes de conocimiento de nuestros naturales provienen del lado de los conquistadores y por lo tanto, su punto de vista, aunque quisiera ser objetivo, siempre estará condicionado por sus intereses y por su mentalidad cultural que es totalmente diferente a la del pueblo conquistado. Lo tercero es que la descripción escrita del carácter y de las costumbres de los nativos se hace fundamentalmente cuando ha pasado un siglo de la conquista.

Fuentes

Dos pueden ser las modalidades para recoger las principales características del hombre guanche: a) El juicio directo de cronistas e historiadores. b) El juicio que podemos deducir de los relatos históricos.

JUICIO DIRECTO DE CRONISTAS E HISTORIADORES

"Tenían todos por la mayor parte magnánimo, valor, altivo espíritu...". C.T.  

Respecto al juicio directo de los cronistas, hay alusiones al canario antes y después de la conquista. Veamos las opiniones de sólo algunos historiadores:

—Fray Alonso de Espinosa.

Nació en Alcalá de Henares, en 1543, pero siendo niño se trasladó con su familia a Guatemala, donde entró en la orden dominica y se vería influenciado por fray Bartolomé de Las Casas, el defensor de los indígenas americanos. Espinosa desde allí investigó sobre el milagro de la aparición de Nuestra Señora de la Candelaria (Patrona de las Islas Canarias), cuyo hallazgo por parte de dos guanches habría ocurrido aproximadamente en 1392. Fray Alonso, en 1579, se traslada a las islas Canarias. En 1594 se desplazó a Sevilla, y allí publicó su libro "Historia de Nuestra Señora de Candelaria". Esta obra, de este dominico, es una de las fuentes etnohistóricas más importantes sobre el pasado del Archipiélago, siendo citada y comentada por la mayoría de historiadores posteriores.

Hay que destacar en su obra el extraordinario «trabajo de campo recogiendo testimonios, empapándose a menudo del saber oral de los guanches viejos o de sus descendientes inmediatos. Así, a la vez que perpetuaba la grandeza de su estimada imagen, lo hacía también con el no menos interesante pasado isleño».

Refiriéndose a los guanches de Tenerife, a los que conoció casi directamente, los considera de «muy buenas y perfectas facciones de rostro y disposición de cuerpo»; de gran fortaleza y agilidad; amantes de su patria; respetuosos con las mujeres; considerados con los familiares de los vencidos, sean mujeres, niños u hombres; tímidos y reservados en divulgar sus costumbres pasadas para que su nación no fuera objeto de ridículo.

En relación con los canarios de su época (cien años después de la conquista), Espinosa escribe: «Ha sido siempre esta república de bien en mejor, produciendo hombres de mucho valor y ser, de mucho peso y juicio, así seculares como eclesiásticos, hombres caudalosos en letras y de muy felices ingenios, si los quisiesen ejercitar; más son algo perezosos».

—Leonardo Torriani

Ingeniero italiano, que estuvo cuatro o cinco años con una misión del Rey Felipe II en cuestiones de obras públicas, escribió un informe técnico acompañado de algunas descripciones sobre las costumbres de los antiguos y actuales habitantes de las islas. Pero Torriani siente poca simpatía por las islas, en parte por verse como desterrado, en parte por los choques que tuvo con algunos gobernadores y autoridades y en parte por sus creencias astrológicas que situaban a Las Canarias bajo el signo zodíaco de cáncer. De esta forma, las pocas alabanzas o aspectos positivos que Torriani encuentra en las islas y sus habitantes son las que recoge de otras fuentes, y así tenemos que, refiriéndose a los antiguos canarios, antes de la conquista, escribe que los de «Lanzarote» eran valerosos y acogedores; los de Gran Canaria, amantes de la verdad, los de El Hierro y los de La Palma, amigos de convites, melancólicos, pacíficos, cobardes y dominados por las mujeres. Pero al hablar de los canarios actuales (cien años después de la conquista), casi todo son defectos. Hablando, en general, piensa que poseen facilidad para cualquier cosa o afición, pero que son inconstantes, vanidosos, desvergonzados y mentirosos y la mujer impera sobre el hombre. Refiriéndose a cada isla dice que los de Lanzarote son acogedores, simpáticos, saben soportar el trabajo y el cansancio, pero son considerados como asesinos. Los de Fuerteventura, indolentes. Los de Gran Canaria, mentirosos. Los de Tenerife, ingratos. Los de «La Gomera», traidores. Los de El Hierro, toscos. Los de La Palma, vanidosos.

—Jose Viera y Clavijo

el gran historiador canario, recopilador en el siglo XVIII de las principales fuentes anteriores, señala las características dominantes de los guanches en las distintas islas:

Fuerteventura y Lanzarote: «propensos a la conmiseración, austeros para sí, capaces de amistad, festivos y aficionados al baile y a la música». Considera que los «majoreros» de su tiempo eran de carácter indolente y abandonados.

La Gomera: De fortaleza de ánimo y valentía en los trances difíciles.

La Palma y El Hierro: «La melancolía era el humor predominante».

Gran Canaria: «Alegres, ágiles, ingeniosos, complacientes, bravos, de una veracidad inexpugnable, según Cairasco, y los mayores traidores del mundo, según Bontier y Le Verrier».

Tenerife: «Hombres robustos, ágiles, aguerridos, amantes de la patria, modestos, generosos y sensibles al honor».

MAPA DE LAS ISLAS CANARIAS DE L. TORRIANI. Torriani determina a las Islas Canarias bajo el signo de Cáncer. M.C.

CRITERIO DEDUCIBLE DE TALES OPINIONES

De las distintas opiniones expuestas, ¿qué podemos resumir acerca del hombre guanche? Si no tomamos muy en serio a Torriani en sus juicios sobre los canarios de su época y subrayamos los aspectos que nos parecen más comunes en todas las islas, a pesar de ser señalados como propios de algunas, obtendremos, en general, el siguiente retrato del hombre guanche:

Era robusto, de bellas facciones, fuerte y ágil, especialmente en su capacidad para dominar el escarpado terreno. Era inteligente, de feliz ingenio, capaz para cualquier oficio o afición, aunque inconstante y algo perezoso. Era valiente y patriota, pacífico, acogedor y de carácter bondadoso. Serio y con un cierto fondo triste, especialmente los de La Palma y El Hierro (¿Se manifiesta también aquí la «saudade» de la influencia atlántico‑europea?).

No así el de Gran Canaria, que era alegre y complaciente.

En este sentido se aprecia, a pesar de un fondo común, una marcada diferencia entre el estilo del hombre, por ejemplo, de Gran Canaria (más diplomático, complaciente, más acostumbrado al contacto con otros pueblos, más urbano) y el de Tenerife (más serio, más seco, más modesto, más pendiente de la honra y el honor personal). Uno más producto de la civilización y el otro, más de la naturaleza. Ello se explica, posiblemente, a causa de las culturas más evolucionadas de Gran Canaria, y el aislamiento de Tenerife.

JUICIO DERIVADO DE LA HISTORIA

MONUMENTO EN REPRESENTACIÓN DEL DESPEÑAMIENTO DE BENTEJUÍ, obra de Manuel Bethencourt. Parque Doramas, Las Palmas de Gran Canaria. D.S.  

Por otra parte, ¿cuál es la actitud y reacción de los guanches a través de la conquista? ¿Qué reacciones se traslucen en los relatos de los cronistas? Estos son algunos de los aspectos que observamos:

a) Dispuestos desde el primer momento a la amistad. Este hecho se puede observar prácticamente en todas las islas. Incluso las islas más duras de conquistar (Tenerife y Gran Canaria) mantenían relaciones con los conquistadores y pactos amistosos antes de que empezara la Conquista. En este sentido, la respuesta de Bencomo es significativa a la propuesta que le hizo Fernández de Lugo de ser amigos, de convertirse al cristianismo y de someterse a los Reyes de Castilla. Pues dicen los cronistas que le encantó lo primero, se extrañó de lo segundo y, francamente, le ofendió lo tercero.

b) Patriotas y valientes hasta morir. Pero cuando se ven atacados, defienden su tierra hasta la muerte, a pesar de sus precarios medios. Su valentía y patriotismo hizo, en gran parte, que la Conquista se prolongase casi un siglo. Y cuando se vieron rendidos, muchos de ellos se arrojaron al precipicio, prefiriendo la muerte a la sumisión (este hecho se repitió en varias islas).

c) Enemigos de la crueldad. En la guerra o fuera de la guerra, eran respetuosos con sus semejantes. Les molestaba la sangre y, cuando apresaban a sus enemigos, los castigaban con el oficio más despreciable: ejerce de carniceros. Como anécdota, es válida la respuesta que Tinguaro da a su hermano, el mencey Bencomo, cuando le recrimina por no haber perseguido a la tropa española después de derrotarla en La Matanza de Acentejo: «Yo he hecho mi oficio de capitán —dice en vencer y dar orden para ello; hagan ahora los carniceros el suyo, prosiguiendo la victoria que les he dado».

d) Generosos en el perdón. La elegancia de un pueblo al que llaman bárbaro se manifiesta en estos gestos. Sería muy extenso describir todos los casos en que se expresa el espíritu magnánimo de esta gente perdonando a sus enemigos. Como testimonio de ello perdura el nombre de la Cuesta de Silva, en el término de Gáldar, en donde el guanarteme de esta jurisdicción perdonó la vida a Diego de Silva y a sus soldados, incluso ofreciéndole gentilmente su brazo para que el portugués se apoyara al descender por la empinada cuesta.

Otro ejemplo lo vemos en Tenerife, donde el Mencey de Anaga permite construir un torreón a Sancho de Herrera, estableciéndose un pacto por el que si algún español cometiese algún delito, debería ser juzgado por el mencey y, a la inversa, si fuera un guanche, se le remitiría a Sancho de Herrera.

Sucedió, pues, que los españoles robaron ganado y maltrataron a los pastores. Cuando los agresores fueron enviados al mencey de Anaga, éste se limitó a aconsejarlos y a continuación los perdonó y los dejó libres. Pero un día ocurrió lo contrario, cansados de los ultrajes, los guanches dieron de golpes e hirieron a un soldado español y Sancho de Herrera reclamó los reos. Fueron entregados y Sancho de Herrera, entonces, los ahorcó.

Aunque apacibles y amigos del perdón, los guanches se amotinaron matando a algunos y expulsando de la isla al resto, junto con Sancho de Herrera, su jefe.

e) Insospechadamente explosivos. Y es que la paciencia tiene un límite. Por eso, a pesar de lo pacífico y sufrido que era el guanche, hay distintos momentos en que reacciona, como reacciona un volcán que parece que está dormido o cubierto de nieve en el semblante, como dice la copla.

Ante la exagerada injusticia, surgen motines. Así vemos cómo los lanzaroteños se sublevan contra los franceses, extrañados de ver que no respetaban el tratado de amistad que ellos consideraban sagrado, pues muchos de ellos seguían siendo llevados como esclavos.

Lo mismo ocurre con los herreños, que se amotinan viendo a sus mujeres e hijas ultrajadas por los colonizadores y el Corral del Capitán Lázaro es el recuerdo del lugar donde un herreño dio dos cuchilladas al Gobernador Lázaro Vizcaíno, que trataba de aplacarles.

Otro ejemplo es el ya citado de los tinerfeños que demuelen el fuerte y expulsan de la isla a Sancho de Herrera. También los de Gran Canaria, hartos de los abusos, al mando de Maninidra, se disfrazan con los trajes de los soldados y dan muerte y expulsan a los españoles del fuerte de Gando. Los gomeros también se sublevan y matan a Hernán Peraza cuando en una cueva estaba con la bella Iballa. A pesar de su serenidad, reaccionan bruscamente en los momentos límites.

f) Sociables y prudentes. Esto lo podemos deducir del siguiente párrafo que describe Espinosa, en donde se manifiesta el espíritu de convivencia y, al tiempo, la cautela en no importunar al dueño de la casa. Espinosa está hablando del tagoror como lugar en donde se reúne el rey y sus consejeros formando círculo y cuyo tagoror, dice, «acostumbraban todos tener delante de sus casas, mayor o menor, según la calidad y posibilidad de la persona, donde se juntaban a sus conversaciones. Y era costumbre que cuando algún huésped venía, no entraba en casa, sino sentábase en el tagoror sin hablar palabra y cuando allí le veían salía el señor de la posada y entrábalo en ella». Es éste un detalle que expresa el sentido de respeto y de prudencia de aquellas personas y que de alguna manera ha persistido con ademanes semejantes, usando «silbos suaves» y esperas oportunas. Sigue manifestándose en el rechazo que suele darse a las personas «confianzudas»

g) Deficientemente solidarios. Pero la sociabilidad y convivencia que los distingue no lleva siempre consigo la colaboración mutua y la solidaridad suficiente ante las dificultades, a causa de la suspicacia o indolencia que despierta la solidaridad.

En algunos casos surge incluso la traición o, al menos, la deserción o abandono. Éste es el caso de Añaterve, mencey de Güímar, que prefiere aliarse al lado de los conquistadores que del lado de sus hermanos, los otros menceyes. Incluso, éstos tampoco se pusieron de acuerdo entre sí cuando Bencomo los reunió para formar una liga común contra los invasores. Señalan que los menceyes de Abona, Adeje, Dante e Icod miraban con recelo el poder de Bencomo, mencey de Taoro y decidieron defenderse cada uno por su cuenta. En cambio, los menceyes de Tacoronte, de Tegueste, de Anaga y el señor de la Punta del Hidalgo se confederaron con Bencomo. Si nos fijamos bien, no es sólo la suspicacia lo que impide la solidaridad, sino especialmente la indolencia y la dejadez, pues los menceyes que se confederaron eran los más próximos a Añaza y los más propensos a ser atacados, por ello se alían, pero los de Abona, Adeje, Daute e Icod ven el peligro lejano y  actúan con indiferencia, por su cuenta, sin agruparse en la empresa común.

ESCULTURA DE UNO DE LOS MENCEYES. Candelaria. Tenerife. J.D.

SÍNTESIS

Recogiendo las opiniones de los cronistas y las deducciones que se pueden sacar de la Historia, podemos perfilar una semblanza común para el guanche de las siete islas, en donde parecen dominar las siguientes cualidades positivas:

- Físicamente: es guapo, robusto, fuerte y ágil.

- Mentalmente: es inteligente e ingenioso.

- Caracterialmente: es valiente, bondadoso, acogedor, generoso, pacífico, amante de la patria, sentimental, sociable y prudente.

En cambio, en el aspecto negativo, destacan: la suspicacia, la inconstancia o dejadez y la falta de solidaridad.

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