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  1. MUNDO Y VIDA DE LOS ANTIGUOS CANARIOS    
 
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1. EL MUNDO ANTIGUO, CANARIAS Y LOS GUANCHES



CANARIAS ANTIGUA: FUENTE DE PREGUNTAS Y DEBATES

¿Quiénes fueron los primeros pobladores de las Islas Canarias? ¿Cómo eran? ¿De dónde procedían? ¿Cuándo llegaron? ¿Sabían navegar? ¿Cómo fue el poblamiento de cada isla? ¿Qué idioma hablaban? ¿Formaban un solo pueblo o pertenecían a varias culturas? ¿Actualmente quedan vestigios de ellos? ¿Tras la conquista los nativos desaparecieron? Éstas han sido las principales cuestiones que permanentemente la gente, en general, y los estudiosos, en particular, se hacen…

Galería de guanches en distintas escenas y fotografías de recreación (elaboración de GEVIC).

¿QUÉ RELACIÓN GUARDA CANARIAS CON LA ATLÁNTIDA?

Hay aspectos bien conocidos y comprobados sobre los antiguos canarios, otros siguen generando numerosos debates y otros están ya totalmente desechados, como es la teoría de la Atlántida, que, hasta mitad del siglo XX todavía era defendida por algún autor, considerando que las Islas Canarias son los restos de la Atlántida, la mítica isla hundida, y que los guanches fueron los antiguos Atlantes.

LA ATLÁNTIDA, METÁFORA DE UN MUNDO IDEAL

Se creyó que las islas eran las cumbres de las montañas de la Atlántida, el gran continente sumergido del cual habló Platón en su diálogo "Timeo y Critias". La Atlántida era una gran isla, "más grande que Libia y Asia juntas", situada al otro lado de las Columnas de Hércules (el Estrecho de Gibraltar). Era dominio de Poseidón, dios del Mar, y estaba habitada por los Atlantes, descendientes de Atlas, su primer rey, hijo del mismo dios y de una mujer mortal. La Atlántida era un territorio de una rica y extraordinaria naturaleza, con fabulosas construcciones, habitado por seres inteligentes y virtuosos que desconsideraban las posesiones materiales. Sin embargo, un día los atlantes se volvieron arrogantes, sacrílegos y vulgares. Entonces, los dioses decidieron castigarlos con una catástrofe que pondría fin a su historia. Esta historia de Platón, reflejando una sociedad utópica, es considerada por Marcos Martínez como reflejo de la búsqueda de la felicidad por parte del ser humano y, más concretamente, una isla en donde se desarrolla una civilización perfectamente organizada, retornando Platón a la búsqueda de la ciudad ideal iniciada con su obra República, y que La Atlántida ha servido de inspiración de miles de libros y reflexiones.

Otra teoría mítica es que los guanches o antiguos canarios procedían de países nórdicos, al observar la presencia de gente rubia y ojos azules entre los nativos (rasgos que también se constata entre los bereberes), o que fue la raza originaria de pueblos europeos o de antiguas civilizaciones.

La Atlántida que se descubrió a través de «Google Ocean». Durante los siglos XVI y XVII, los mapas situaban la Atlántida, la mítica isla hundida, en Canarias; otros, en Azores y en otras islas. Incluso, todavía el 20 de febrero de 2009, el periódico The Telegraph (1), del Reino Unido, publicó un artículo insinuando ver la ciudad hundida en un misterioso rectángulo bajo el mar cerca de las Islas Canarias, apoyándose en Google Ocean, pero Google Earth respondió que la imagen correspondía a un típico error de procesamiento de los datos.

LAS ISLAS CANARIAS YA ESTABAN HABITADAS ANTES DEL SIGLO XV. ¿TAMBIÉN, LAS DEMÁS ISLAS DE LA MACARONESIA?

El término Macaronesia, en griego, significa "Islas de los “Bienaventurados”.

Complemento: Hesiodo, poeta griego de finales del siglo VII a. C.,  habla de unas islas de la felicidad adonde van determinados héroes después de su muerte terrestre en compensación por su comportamiento heroico y virtuoso… (Pulsar en "complementos").

Se refiere a un conjunto de islas situadas en el Océano Atlántico Norte, al sur del continente europeo y más o menos cerca del continente africano. En total, son más de 30 islas y decenas de islotes que se agrupan en cinco archipiélagos diferenciados. De Norte a Sur, se trata de Azores, Madeira, Islas Salvajes, Canarias y Cabo Verde.

El nombre "MACARO-NESIA", en griego (nêsoi = islas; makárōn =afortunados) significa "islas de los afortunados", término usado por los antiguos geógrafos griegos referidos a las islas al oeste del estrecho de Gibraltar.

Las Islas Canarias, como las demás islas macaronésicas, fueron emergiendo desde del fondo del océano a través de la acción volcánica. Se estima que Canarias, hace menos de 30 millones de años. Concretamente, la formación de Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria y Tenerife tuvo su inicio hace 25-15 millones de años, La Palma y La Gomera, hace 2 millones de años, mientras que El Hierro, 1 millón y medio.

Las Islas Canarias han sido siempre objeto de interrogantes y curiosidades, generando múltiples teorías respecto a su formación, a su geología, su flora, su fauna y también, respecto a su población primigenia.

Las Islas Canarias fueron las únicas islas de la Macaronesia que estuvieron habitadas. Sus pobladores fueron conocidos como «canarios», más tarde, tras la conquista, en la que intervinieron normandos, portugueses y castellanos, bajo el auspicio o dirección de la Corona de Castilla y, en la medida en que los canarios representaban a todos los habitantes de las islas, se empezó a utilizar la palabra «guanches» para referirse a los indígenas o antiguos canarios. Sin embargo, el resto de archipiélagos macaronésicos han estado siempre deshabitados, hasta que fueron poblados y colonizados por los portugueses, momento en que Portugal se había convertido en la primera potencia naval.

¿POR QUÉ EL NOMBRE DE CANARIAS?

Existen dos teorías principales para explicar el origen del término Canarias. La más tradicional sostiene que proviene de la gran cantidad de perros (en latín «canis») de gran tamaño que encontraron los expedicionarios del rey Juba II de Mauritania, por lo que Canaria significaría “isla de los perros”. La segunda teoría, y más aceptada en la actualidad, explica el origen del término por la antigua tribu norteafricana «canarii» (en la región actual de Tafilalelt) de la que se supone que procedían los habitantes de Gran Canaria.

Esta doble etimología la especifica José Juan Jiménez González, Conservador del Museo Arqueológico de Tenerife: «una cosa es el nombre Canaria dado a Gran Canaria desde la época de Juba II y otra la posterior denominación Canaria dada a la isla por la tribu a la que pertenecían sus primeros pobladores».

Lo llamativo respecto a la primera etimología, la más tradicional, de considerar que Canaria, como isla, proceda del término latino Canis (can, perro), dado por los expedicionarios de Juba II, el autor lo explica considerando que se trata de canes marinos o «focas monje», frecuentes en la zona en el siglo I a.C.

Ilustración de «Le Canarien».

La segunda etimología del término canario es de estirpe líbica, latinizado en su terminación de los canarios (canarii), con lo que Canaria se entendería como la “isla de los canarios”.

En principio se utilizaba el término Canaria para referirse tanto a la isla como a todo el archipiélago.

Cuando, en 1402, llegaron los conquistadores normandos a Lanzarote, bajo el mando de Jean de Béthencourt, asociado con Gadifer de la Salle,  ellos ya tenían clara la existencias de las Islas de Canarias. Así, al referirse a las islas, utilizaban el nombre genérico de Canarias, tal como se conocía desde Juba II y de «canarios» o «gente de Canarias» a los habitantes de cualquier isla, aunque su nombre específicamente fuera referido a Gran Canaria.

En «Le Canarien», crónica y diario de campaña de la expedición de Béthencourt, escrita por los capellanes, aunque modificada y editada interesadamente dos veces (ver complemento), se denomina a los nativos de Lanzarote y de Fuerteventura «canarios» o gente de Canarias: «Éstas son las cosas que pensamos explicar a los canarios que viven en los países del Sur, los cuales son infieles»; «Bajaron en la isla de Lanzarote; y entró Monseñor de Béthencourt en el país y puso mucha diligencia en buscar canarios, pero no pudo, porque todavía desconocía el país»; «Llevaba Bertin consigo a los pobres canarios habitantes de la isla de Lanzarote, que so color de buena fe, habían preso a traición, para llevarlos a vender en tierras extrañas, como esclavos, en perpetuo cautiverio»…

Complemento: LE CANARIEN, casi la primera obra que habla de los antiguos canarios. (Pulsar en "complementos").

La conquista de Canarias duró casi un siglo, desde 1402 hasta 1496. Cuando en 1483 concluyó la conquista de Gran Canaria, el nombre canario, aplicado a los indígenas de la isla se siguió utilizando como gentilicio de toda la gente de la isla, incluso, de los habitantes de las demás islas como término genérico, a pesar de que  los naturales de cada isla tenían un gentilicio propio:

- Maxos, los de Titeroygatra (Lanzarote) y también, los de Erbania o Maxorata (Fuerteventura).

- Canarios, los de Canaria –isla- (para distinguirla y engrandecerla, en Le Canarien aparece por primera vez con el sobrenombre de Gran Canaria .

- Guanches, los de Achinech (Tenerife).

- Gomeros, los de Gomera (La Gomera).

- Auritas, los de Benahoare (La Palma).

- Bimbaches, los de Hero o Efero (El Hierro).

El actual nombre de Canarias, que luego se intensificó desde los inicios de la conquista, así como la descripción del Archipiélago se lo debemos a Plinio el Viejo. Él es quien habla de Juba II. Este rey de extraordinaria cultura mandó a realizar una expedición de carácter científico a estas Islas, a comienzos de la Era. Así, se inicia la historia primigenia del Archipiélago Canario.

¿QUIÉN ERA JUBA II?

Nos basamos en el trabajo detallado de Alicia García sobre el rey Juba II de Mauritania (actual Marruecos y Argelia), personaje admirable, cuya vida novelesca osciló en la órbita del Imperio Romano. De origen púnico, descendiente de la antigua dinastía de Numidia, auténtico «espíritu humanista» por haberse interesado en una amplia variedad de parcelas del saber.

Juba II impulsó la urbanización del norte de África bajo el mandato romano. Roma, en el 25 a.C. lo proclamó rey de Mauritania, un reinado creado casi artificialmente para controlar el revuelto y hostil norte de África contra Roma, lo cual le valió el apelativo de «rey amigo y aliado», pero fue más conocido por la fama de sus estudios que por su «mano dura» contra las rebeliones, que debían sofocar las legiones romanas una y otra vez.

Otra perspectiva de las provincias romanas del Norte de África. Autor: J. E. Bruce

Para los pueblos bereberes, Juba II «era un extraño, un títere de Roma»  y las rebeliones continuaron bajo el mandato de su hijo, Ptolomeo.

Moneda del Rey Juba II.

De la extensa obra de Juba II, totalmente mutilada y fragmentada, no se conserva nada «de su puño y letra», por lo que había que ceñirse a las fuentes griegas y romanas, tal como ha hecho Alicia García.

La obra de Juba II se perdió en los primeros siglos que siguieron a su muerte, ya que en la Antigüedad se trabajaba con resúmenes y empezó a circular fraccionada.

Libia fue la denominación antigua para lo que hoy llamamos África. Con este título de la obra de Juba pertenecen los textos que nos transmiten en latín Plinio el Viejo, muerto en el 79 d. C., en su famosa Naturalis Historia, en los libros V y VI.

En los libros plinianos citados se describe la cordillera del Atlas y las tribus que lo habitan, entre ellas los canarii, que darían nombre a una isla con la denominación de Canaria, de donde procede nuestra propia nomenclatura (libro V).

En el libro VI se aborda el famoso pasaje de la expedición que Juba II ordenó hacer a las Islas Afortunadas (Islas Canarias), que se hallaban en el confín occidental del reino de Mauritania y probablemente Juba II envió una expedición para fijar sus coordenadas geográficas y también para recabar información sobre su flora, fauna y etnografía.

En época romana debían circular ya, probablemente, algunos testimonios o noticias sobre las Islas Afortunadas, pero tras el relato de Juba II, recogido por Plinio el Viejo, y que es la información más precisa y fidedigna hasta ese momento, éstas quedaron otra vez en la oscuridad hasta las expediciones anteriores a la Conquista.

Complemento: La sorprendente vida de Juba II y su importancia para el conocimiento de Canarias. (Pulsar en "complementos").


Mausoleo del Rey Juba II y de su mujer, Cleopatra Selene, hija de la famosa Cleopatra alejandrina y Marco Antonio. El Reino de Mauritania termina con el reinado de su hijo Ptolomeo (23-40 d.C.), vilmente asesinado por Calígula, irritado por considerarlo arrogante al haberse presentado ante él con un manto de púrpura. Foto: Zombie E. Lee.

¿LA EXPEDICIÓN DE JUBA SÓLO PRETENDÍA UNA INFORMACIÓN CIENTÍFICA DE CANARIAS?

Con Juba II Canarias pasan del mito a la realidad de unas islas concretas y fue él el primero en darles nombre, haciéndolo en griego, y que Plinio transmite en latín. Si bien, a una de ella, «Ombrios», lo hace en griego, que se supone que sea El Hierro, y el resto, en latín: «Capraria», «Iuniona Maior» (¿La Palma?), «Iuniona Minor», «Ninguaria»(la isla de nieves perpetuas, referida a Tenerife) y «Canaria »,«por la multitud de perros de grandes dimensiones, de los que llevaron dos al rey Juba».

Nivaria o Ninguaria (del latín nix, nivis, nieve), a través de Plinio que recogió la expedición de Juba II, fue el nombre con que los romanos conocían la actual isla de Tenerife (Islas Canarias), en clara referencia a las nieves de El Teide.

Este último es un dato controvertido por la falsa etimología con el término latino (can, canis) con el que «sin duda, no guarda relación alguna», indica Alicia García. Pero todavía es más extraño, para nosotros, que se hable de perros. Si fuera así, ¿esos perros fueron dejados en  algún momento en la isla, si es que no estaba habitada por personas? ¿Lo mismo habría que decir de las cabras, referidas a Capraria? En absoluto.

«Podemos relacionar los nombres de Capraria con el de la tribu de los caprarienses, y el de Canaria con la de los canarii, dos etnónimos de tribus norteafricanas de igual denominación, que habitaban en aquellos territorios antes de llevarse a cabo la exploración de Juba, de donde derivarían tales denominaciones, ¿podría servirnos para explicar que en esas dos islas los expedicionarios romanos dejaron a unas etnias que respondían a igual denominación?». Ésta podría ser una hipótesis aceptable, pero sería extraño viendo que el énfasis se hace en las descripciones de las islas sin mencionar el plan de dejar a la gente de esas etnias.

Una hipótesis similar, pero enfatizando el carácter exploratorio de un plan es la que se nos ocurre a nosotros: ¿La expedición y exploración de Juba sobre las islas, estaría asociada a un doble fin, que sería conocerlas y relacionarlas con el proyecto de repoblarlas a través de las posibles tribus africanas conflictivas que Juba II por mandato romano debía apaciguar?

También se habla en el relato, en relación a la isla Canaria, de edificaciones, abundancia de frutos y aves, palmas, miel e incluso papiro, y además se indica que las islas estaban «infestadas de monstruos en estado de putrefacción que cada día el mar arroja a tierra», probablemente se refiera al varamiento o encallamiento de cetáceos (ballenas, delfines, cachalotes) en la orilla del mar.

Tenemos que decir que lamentablemente, poco se conoce entre esta función descriptiva de las islas, que representa la primera Historia de Canarias, y la función ejecutiva del poblamiento. ¿Por qué tanta obscuridad en esta segunda función, siendo tan relevante?

Posiblemente, porque fue una acción que se evitaba difundir. ¿Sólo porque suponía un destierro y un castigo a unas tribus rebeldes? ¿O quizás porque entrañaba un proyecto de expansión colonizadora romana que por razones competitivas no se quería difundir? ¿O tal vez, ambas razones?

Este tema seguirá siendo el interrogante que por mucho tiempo seguirá dinamizando la investigación y el debate sobre Canarias.

¿QUIÉNES ERAN LOS «CANARII»?

Lo que sigue provocando perplejidad es la coincidencia del término «Canaria», a través de dos etimologías: la de «can» =perro  y la de «canarii» = tribu del Norte de África.  ¿Cómo es posible que los expedicionarios de Juba la llamaran así por lo de los perros (a pesar de que se considera hoy una etimología falsa) o, incluso, por la de los canes marinos, y, al mismo tiempo, se diga que es debido a que sus habitantes procedían de esta tribu bereber, si todavía no estaban establecidos cuando la expedición de Juba paso por la isla?

Sin embargo, no hay que perder de vista que, en el libro Libia, Juba II tanto habla de la cordillera del Atlas y las tribus que lo habitan, entre ellas los canarii, como de la isla canaria.

¿Qué sabemos de los Canarii?

Se trata de un grupo étnico norteafricano que, Juan José Jiménez sitúa en dos momentos y lugares para mostrar su evolución y adaptación como sociedad históricamente documentada. Él considera que en el siglo I los indígenas norteafricanos que no aceptaban la paz con Roma se trasladaron a las montañas y comenzaron las hostilidades contra el Imperio.

Para mitigar esta segunda insurrección el emperador Claudio envió a Suetonio Paulino, el primer jefe romano en traspasar la cordillera del Atlas y describir los parajes donde alcanzó a los miembros de la tribu de los Canarii.

El experto añade que, en época romana, las tribus irredentas sometidas eran deportadas a otros enclaves situados a centenas de kilómetros, con la aquiescencia del Senado Romano, y se desplazó a miles de personas por rutas terrestres y marítimas.

A inicios de nuestra era, Roma deportó a miles de personas, miembros de tribus norteafricanas insurrectas, como medida ejemplar, punitiva, para desarraigarlas y colonizar nuevos territorios. Según él, las islas Canarias se poblaron así en el Mundo Antiguo.

Habría que ver si esta teoría es la más firme. Como siempre suele ocurrir, las explicaciones suelen ser multifactoriales. Nosotros, concretamente, creemos que el poblamiento de las islas supuso un plan tan estructurado y costoso, que resulta difícil imaginar que el objetivo fuera meramente «punitivo» o de castigo hacia unas tribus rebeldes. Pensamos que por medio también podría haber razones de «ensayo humanitario» y, sobre todo, de posible «rentabilización», contando, inicialmente, con un territorio de expansión, con posible colonización y explotación futura, aunque luego el plan se haya quedado inconcluso.

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