Dentro del terreno de la reflexión sale a la luz una certeza que parece no tener discusión: el Puerto de la Cruz, al apostar por el modelo turístico ha roto con los recursos naturales preexistentes. Sin embargo, no es menos cierto que antes incluso de los ingleses comenzaran a interesarse por el benigno clima y el singular paisaje del Puerto, existió una explotación agrícola que dibujó un paisaje de plataneras que tuvo su repercusión en el comercio local, por lo que también intervino sobre el paisaje vegetal existente.
El hecho de que el Patrimonio Natural haya ido desapareciendo paulinamente con el paso de los años responde a varios motivos, pero quizás el más relevante es que el territorio es prácticamente llano, sin la existencia de accidentes topográficos que rompan con la regularidad del espacio. Ello propicia el asentamiento de la población, las prácticas agrícolas y por último, el desarrollo de la actividad turística. Esta horizontalidad también se plasma en una costa que contiene playas sin acantilados, en total contradicción con la dinámica del paisaje de todo el litoral del norte de la isla.
Por otro lado, pese a los problemas presentados que van en contra del Patrimonio natural, existen otra serie de logros que deben destacarse como un intento de promover una imagen en cierto modo sostenible y coherente con el espacio. Esto es; por un lado persisten algunas playas de callao y arena negra que siguen utilizando los turistas de una manera respetuosa. De todas ellas destaca por encima del resto la “Playa Jardín” concebida y diseñada por el artista César Manrique, el cual quiso conectar el turismo con el medio natural, resaltando los valores autóctonos y naturales como lo son las numerosas plantas y flores que se dispersan por el jardín que presenta a la playa.
El mismo autor majorero fue el diseñador del Lago Martiánez, el cual a pesar de que se asienta sobre una superficie de playa y charcos en los llamados Llanos de Martiánez (lugar de baño de los primeros turistas a finales del siglo XIX y principios del XX) procura ofrecer unas instalaciones acordes con el paisaje canario, con el protagonismo de palmeras canarias y otros ejemplares vegetales autóctonos, así como de la roca volcánica. Todo esto reafirma el hecho de que a pesar de no existir manifestaciones naturales si ha habido intentos por presentar especies vegetales representativas de Canarias dando lugar a un modelo de ordenación del terreno que a pesar de haber transformado el paisaje, también ha sabido incluir valores del patrimonio natural e histórico del archipiélago.
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César Manrique diseñó el Lago Martíanez el en un área de coladas volcánicas para aprovechar el uso de la costa del Puerto y no contrastar con el paisaje. En el pasado, la todavía existente playa de Martiánez (en la imagen) era el principal emplazamiento frecuentado por los primeros turistas europeos. (FEDAC) |
Fabio Correa
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