En las zonas áridas del Archipiélago las escasas precipitaciones se producen casi siempre de modo torrencial, por lo que las aguas, debido a la imposible absorción del suelo, llegan a discurrir por los cauces de la red de drenaje o se acumulan en pequeñas áreas endorreicas. Sobre los suelos arcillosos de estas comarcas áridas, el agricultor ha generado un paisaje agrario adaptado a dichas características climáticas: el aprovechamiento de las aguas de escorrentía mediante la construcción de gavias, nateros y bebederos.
El terrazgo se organiza:
a) En parcelas de cultivo en los bordes del cauce de los barrancos en “U”, en las llanuras, lomos y tableros de escasa pendiente a los que se desvían las aguas de escorrentía mediante la construcción de una canalización (“tomadero”, “caño” o “caballón”), en el caso de las gavias.
b) En parcelas de cultivo a diferente altura en el propio cauce de los barranquillos que son anegadas por las aguas que discurren por el mismo, en los nateros.
c) En parcela o parcelas de cultivo del área endorreica donde se acumulan a modo de charco las aguas de lluvia, en los bebederos.
El área central de Fuerteventura presenta las características de una llanura arcillosa de escasa altitud, basculada ligeramente hacia el Este. Aquí, el paisaje agrario quedó principalmente organizado en torno al sistema de gavias hasta la década de 1970. Las parcelas de cultivo, rodeadas de “caballones” o “trastones” de tierra apisonada en forma de talud, eran dedicadas al cereal como cultivo principal, mientras que en los bordes podían encontrarse algunos árboles frutales como higueras o palmeras. La crisis de la agricultura cerealista prácticamente ha ocasionado el abandono de las labores agrícolas asociadas a este sistema, por lo que en la actualidad resulta complicado detectar el, en otro tiempo, extenso paisaje agrario de las gavias.
Victor Martín Martín, “Los paisajes agrarios” en Gran Atlas Temático de Canarias, Interinsular Canaria (2000).
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