Tanto en la elevación como en el pie de la montaña existen distintas evidencias arqueológicas bien diferenciadas que llevan a la valoración de este enclave como uno de los yacimientos más importantes de la isla. De todas ellas, las más conocidas y de mayor significación son el conjunto de manifestaciones rupestres grabadas, que, tanto por los motivos como por el número de figuras, suponen un ejemplo único en Fuerteventura. No obstante, también hay vestigios de construcciones aborígenes, unas de tipo habitacional y otras que se asimilan a restos funerarios, además de abundante material cerámico y lítico y algunos elementos de adorno. A éstos habría que asociar, posiblemente, los restos de material óseo y de moluscos marinos que se localizan por toda la zona, tanto en las laderas como en la base e inmediaciones de la montaña.
Por su parte, los grabados están situados en la cima y a lo largo de las vertientes este y sureste de sus laderas, situándose, fundamentalmente, en las paredes de los afloramientos basálticos, en especial en la zona más alta, en bloques sueltos y en paneles horizontales y oblicuos del propio suelo rocoso de esta elevación.
Dimas Martín Socas en Patrimonio Histórico de Canarias (Lanzarote y Fuerteventura), Dirección General del Gobierno de Canarias, Las Palmas de Gran Canaria (1998)
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