“Lunes día 2. Día de Nuestra Señora de Candelaria, se supo que en Güímar se había abierto el volcán que se temía, y que arrojaba tanto fuego que corría por mucho espacio. Fue ese día de los de mayor confusión, que ha habido, porque la gran devoción que hay en la Patrona de La Candelaria había traído innumerables Pueblos a pedir el remedio de tantas aflicciones en su Santo Templo, y creciendo por instantes los temblores, hubo algunos tan recios que desencajándose las maderas de la iglesia, juzgaron que se venía todo al suelo, con estas congojas publicaban todos sus pecados, pidiendo perdón tan de veras, como quien se miraba a los umbrales de la muerte, y para disponerse para ésta comulgaron todos con gran devoción. Era tanta la turbación, que en medio de la singular devoción que hay a la Virgen Santísima, habiéndose salido toda la gente huyendo por la ruina del templo, no había quién tuviese ánimo para sacar a su majestad, hasta que un Religioso Dominico y dos Sacerdotes Beneficiados. Que habían concurrido a la procesión lo ejecutaron y la trajeron a la Laguna."
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