Durante siglos, el gofio ha sido el alimento básico para los isleños. San Juan de la Rambla, especialmente sus medianías, siempre ha contado con excelentes campos de cultivos dedicados a diversos cereales para la posterior elaboración del gofio.
Testigos de esta elaboración fueron los molinos de gofio -movidos por agua, viento o a motor- y hoy desgraciadamente ya en desuso. Los molinos se encargaban de mezclar y moler los diferentes cereales. En muchas ocasiones éstos eran proporcionados por los propios vecinos. Un ejemplo es el millo. Las mazorcas que se ponían duras, y ya no servían para vender o cocinar, se dejaban secar en las azoteas de las casas, y una vez secas se desgranaban para posteriormente llevar el millo al molino. Allí el vecino solía comprar el trigo y hacer gofio de millo y trigo, o simplemente hacerlo sólo de millo de su propia cosecha.
En la actualidad esta práctica se sigue llevando a cabo por algunos vecinos. Pero el cierre en 1989 del último molino a motor en activo, el de Antonio Arbelo, ubicado en La Portalina, obligó a los vecinos a trasladarse con su millo a otros molinos fuera del municipio, especialmente a Icod el Alto.
En la memoria de los sanjuaneros quedan sus paseos, millo en mano, a molinos como el de Manuel Batista y Benito Castilla, en la Villa de San Juan, el de Los Velázquez, en Los Quevedos, o el molino de agua del Pico de la Grieta, en las inmediaciones del Barranco de Ruiz.
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11.3. Antigua maquinaria del molino de agua del Pico de la Grieta, en las orillas del Barranco de Ruiz .(DL) |
David Lafuente Rodríguez
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