El patrimonio natural es el conjunto de elementos naturales de un territorio, que comprenden tanto los geológicos, como vegetales y faunísticos. Sin embargo, el patrimonio rural se refiere a las actividades agropecuarias que se han realizado y se realizan en el medio, junto con la infraestructura que las acompañan.
En este aspecto, la isla de Gran Canaria tiene un claro rasgo diferenciador dentro del Archipiélago. Posee un marcado carácter etnográfico que la convierte en un conjunto armónico natura-cultura, en el que tanto lo natural como lo rural y cultural van de la mano.
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Si se entiende por ‘natural’ algo que no ha sido tocado por la mano del hombre, en esta Isla más que en otra, será difícil encontrar un lugar así. Pero por otro lado, esto ha generado una gran diversificación de espacios, que naturales o no, hacen de Gran Canaria un bello y rico lugar desde el punto de vista paisajístico y cultural. Es precisamente esa unión hombre-medio, paisaje natural-paisaje antropizado o natura-cultura, la que ha dado a la Isla la variabilidad de espacios que la enriquecen.
Ya desde época aborigen, el medio natural era utilizado por los guanches para su propia subsistencia. Obtenían fundamentalmente su alimento y materias primas para la fabricación de viviendas, útiles, armas, etc., pero de tal manera que nunca representaron un peligro para la naturaleza. Ya en ese momento se comenzó a transformar el medio natural, pero es tras la Conquista cuando se acentuó radicalmente y se convirtió en medio rural. Se repartieron las tierras entre los señores castellanos y comenzó la verdadera explotación del medio grancanario. Principalmente se eliminaron zonas de laurisilva para obtener tierras de cultivo, se hicieron sorribas para llevar tierra fértil a cualquier lugar de la Isla, se cultivaron especies vegetales foráneas y hasta se introdujeron animales.
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Es la isla de Canarias en la que los elementos naturales y rurales forman un ‘todo indivisible’, donde han convivido históricamente en armonía. Las zonas de medianías son los lugares donde se ha estrechado esta relación, e incluso, donde caseríos enteros forman parte activa del patrimonio rural insular. El suroeste grancanario o los caseríos de cumbre de la zona central, son un claro ejemplo de cómo se puede evolucionar con prácticas agrarias y ganaderas que respetan la tradición y los recursos naturales.
Gran Canaria es una isla en la que el ingenio campesino ha ayudado a prosperar. Ayudó, con la construcción de presas, pozos y galerías que obtienen el agua que nutre los campos faltos de lluvia. Ayudó, con la realización de complejos sistemas de canalización y distribución del líquido elemento, con acequias, tanquillas e incluso molinos. Ayudó, con su adaptación a un medio natural complejo, en el que con múltiples obstáculos naturales supo salir adelante, cultivando donde parecía imposible hacerlo con terrazas o bancales que salvan empinadas laderas.
Gran Canaria también posee importantes santuarios de gran interés natural, que forman parte de la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos. En ellos se alternan lugares con destacables características naturales, geológicas, científicas o culturales, que hacen de la Isla un lugar aún más atractivo, incluso de cara al importante número de turistas que la visitan anualmente.
En la Isla ha existido un grave problema desde hace unos cincuenta años atrás. Se ha dado un progresivo abandono del mundo rural, directamente relacionado con el desarrollo del sector servicios y el cambio poblacional del campo por la ciudad. Pero en los últimos años se percibe un cambio de mentalidad, tanto de la población como de las administraciones públicas. Ahora se pretende conocer el medio natural y rural de la Isla para poder proteger los valores de interés. Porque es en esta Isla donde más ha destacado un sentimiento generalizado de canariedad, de respeto por el campesino y su sufridor trabajo en el campo, de respeto por las tradiciones y oficios de viejo, y de respeto por conservar y dar a conocer a las nuevas generaciones el duro pasado de sus padres y abuelos que vivieron exentos de privilegios.
De esta manera, se entenderá el presente y se sabrá orientar el camino hacia el futuro, en una tierra orgullosa de su ‘pasado patrimonial’.
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