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	 DATOS DE ENMARQUE: En 1496 se  concluye la conquista de Tenerife y, por lo tanto, de todo el Archipiélago. A  partir de esta fecha, Isabel la Católica vivirá  ocho años más (1504).  Su política se caracterizó por la consecución  de un solo reino y una sola religión. Se lucha contra los mudéjares o  moriscos, que eran los musulmanes en tierras cristianas; se expulsa a los judíos y se crea la Inquisición. Los guanches son defendidos por la Corona  ante los abusos de los conquistadores, pero no se les considera con plenos  derechos, negándoseles ingresar en las instituciones. 
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	MENTALIDAD COLONIZADORA EN EL SIGLO XV 
	Pacificadas las islas, se imponía la tarea de poner en  marcha una nueva sociedad, según los valores y las bases económicas de los  conquistadores. En general, los conquistadores o sus descendientes procedían de  la hidalguía, capa social noble pero de escasos recursos.  
   Llegaban al Archipiélago ansiosos por conseguir la  fortuna y el prestigio que en sus lugares de origen no tenían. El proceso  colonizador respondía a una mentalidad señorial, nada respetuosa con los  pueblos paganos y destructiva con los modos de vida de las sociedades  aborígenes. Esto pasó en Canarias y en América. En todo caso, los conquistadores,  los colonos y guanches supervivientes crearon las bases de esta  nueva sociedad insular. 
       Para entender la situación tras la conquista es  importante diferenciar entre islas de señorío (Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro) y las de realengo (Gran Canaria, La Palma y Tenerife).  Las primeras son  conquistadas por señores particulares, mientras que la conquista de las  segundas  fue desarrollada por los reyes  católicos. Mientras las islas de realengo estaban siendo conquistadas, las de  señorío ya había recorrido un  largo  periodo de colonización.  
	
	   
	
	Hubo otros pobladores de carácter más inquieto,  conocidos en las islas por «bergantes», que no echaban raíces, y  abandonaban las islas en busca de aventuras o de un enriquecimiento rápido. 
	
	   
	
	LOS GUANCHES EN PELIGRO DE DESAPARICIÓN 
	Ante la superioridad de los conquistadores, muchos  aborígenes sucumbieron de muerte violenta, en su mayoría «hombres de guerra».  A los muertos por la guerra, había que añadir los deportados por la esclavitud y los muertos de enfermedades traídas por los nuevos pobladores para  las que los guanches no estaban inmunizados. 
	
      
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        | Muchos aborígenes murieron a causa de la conquista,  ya fuera por la guerra  o por  enfermedades que traían los nuevos pobladores, y para las que los guanches no  estaban inmunizados. Momia guanche del Museo Arqueológico de Tenerife.  | 
       
     
	Las crónicas de  la época nos hablan de los numerosos guanches que recluidos en sus cuevas morían de modorra, según se decía en  aquella época, mal que pudo ser una enfermedad epidémica. A pesar de estas  desastrosas circunstancias, las oportunidades de vivir también eran muchas. Las  tribus o bandos que aceptaron desde el principio la autoridad castellana no  sufrieron graves quebrantos. Además, las mujeres y niños, aún  perteneciendo a los bandos de guerra, escaparon probablemente a la matanza. 
	Por otro lado, la política de Isabel  la Católica orientada a la protección de los indígenas favoreció la  supervivencia del pueblo guanche y mestizaje. 
	SITUACIÓN DE LOS GUANCHES TRAS LA CONQUISTA 
	Siguiendo el texto  de Antonio Rumeu de Armas sobre La política indigenista de Isabel  la Católica, podemos extraer las siguientes ideas: «los abusos y tropelías que se cometieron  contra los indígenas de las Islas Canarias fueron infinitos en número y  crueldad, a espaldas de la acción tutelar de la Corona y violando las rígidas  normas de conducta decretadas por los Reyes Católicos para estimular la  convivencia y alentar la conversión. 
	En este aspecto  concreto, Fernán Peraza, señor de La Gomera, Pedro de Vera, conquistador de  Gran Canaria, y Alonso de Lugo, conquistador de La Palma y Tenerife, dejarán  sus nombres marcados para siempre con letras rojas en el libro de la historia». 
	Gomeros  esclavizados y defensa de la Iglesia y la Corona 
	«El primer  atentado colectivo contra la libertad de los indígenas cristianizados, se  produjo en 1477, por obra del señor de La Gomera, Fernán Peraza, quien,  con la colaboración de los tripulantes de dos carabelas de Palos y Moguer,  consiguió capturar a un centenar de gomeros, entre hombres y mujeres, que  fueron inmediatamente conducidos a Andalucía para ser vendidos como esclavos. 
	Pero el criminal  atentado no escapó a la vigilancia del obispo de Rubicón Fray Juan de Frías,  quien se presentó en la Corte en demanda de justicia para aquellos seres  indefensos y desgraciados. 
	Los gomeros  secuestrados fueron entregados inmediatamente al obispo Frías para ser devueltos  a sus hogares. Pero habiendo sido informados los Reyes Católicos de que muchos  de ellos estaban ya vendidos en el momento del embargo, se apresuraron a poner  remedio a la situación». 
	Situación de los indígenas de Gran Canaria 
	
      
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        Muchos aborígenes grancanarios se alistaron como  soldados para participar en la conquista de La Palma y Tenerife. Dibujo de un  soldado de infantería del siglo XIV.  | 
       
     
	A pesar del sentido  evangelizador de la   Conquista, muchos de los aborígenes fueron condenados a la  esclavitud y vendidos en los mercados peninsulares. Incluso bastantes de los  que se rindieron por su iniciativa, sin haber tomado parte en la lucha, fueron desterrados por Pedro de Vera. «La  situación de los condenados a destierro no era óptima. Se cometían contra  ellos, en territorio andaluz, toda clase de «malos tratamientos». Se les  tachaba de no ser cristianos, y, aún siéndolo, de haber sido reducidos después  de presos y cautivos de buena guerra...». 
	Sin embargo, queda en  la isla una minoría indígena que fue aumentando por el retorno de los  expulsados, alistándose algunos como soldados en la conquista de La Palma y  Tenerife. 
	Diferencia entre la conquista de Gran Canaria y las  conquistas de La Palma y Tenerife 
	«Hay que  destacar, sin embargo, una diferencia sustancial entre las conquistas de Gran  Canaria, La Palma  y Tenerife. En Gran Canaria se respetó al bando de paz y a aquellos que  se sometieron pacíficamente y bajo seguro. En La Palma y Tenerife, la  libertad va a estar en función de un área geográfica delimitada. Los  moradores de los territorios declarados bandos de paces serían libres. Todos  los demás indígenas fueron reducidos a cautividad, como esclavos de «buena  guerra», con independencia de la actitud que tomaron a la hora de la lucha y de  la resistencia». 
	Abusos de Alonso de Lugo en La Palma 
	El primer atentado  cometido por Alonso de Lugo contra la libertad de los palmeros consistió en  exigir a ambos bandos, como prenda de paz, la entrega de veinticinco jóvenes rehenes para presentarlos en la Corte de los  Reyes Católicos, a quienes deberían jurar lealtad. 
	Sin embargo, se  conoció, tiempo más tarde, «que los jóvenes rehenes, hombres y mujeres, habían  sido vendidos como esclavos en los mercados de Andalucía,  apenas habían pisado el continente. ¡A tanto llegó la desfachatez y felonía  del capitán‑conquistador!» 
	«¡Si de estos  crímenes ha quedado casual constancia, cuántos se nos escaparán en el silencio  del tiempo...!» 
  
	Atentados de Alonso de Lugo en Tenerife 
	Tanto en el  desarrollo de la Conquista, como una vez finalizada ésta, Alonso  de Lugo se muestra como una persona desleal,  ingrata y amigo del engaño. Así, finalizada la conquista, lleva a cabo  reiterados atentados contra la libertad de los guanches «de paces»,  conservándose denuncias que hablan de más de mil cautivos pertenecientes a  estos reinos, incluyendo reyes guanches. De ellos, en la isla permanecían, en  1498, unos trescientos. 
	
      
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        | Muchos fueron los aborígenes, que una vez  embarcados como esclavos, dejaron atrás para siempre las costas canarias. (FT) | 
       
     
	Denuncias y medidas en favor de los guanches 
	Pronto llegan a la  Corte de los Reyes Católicos las protestas contra los abusos cometidos por  Alonso de Lugo en La Palma y Tenerife, gracias, entre otros, a Francisca Gazmira,  autora de las «paces» en La Palma  , y Rodrigo  Betanzos, que aboga por los guanches de las «paces» víctimas de las vejaciones  realizadas en Tenerife. 
	El Consejo Real conoció  la situación de los 300 guanches de «las paces» cautivos en Tenerife, ordenando  su puesta en libertad. «La  cédula real fue pregonada por los cuatro confines de la isla, alcanzando con  ella la libertad (secuestración) buen número de esclavos indebidamente  sojuzgados». 
	Los  guanches alzados 
	Los  participantes  en la conquista, en un  escrito de protesta (1 de agosto de 1498), «se lamentan de que toda la isla estaba alborotada con la liberación  de los esclavos, siendo preciso volverla a conquistar.» 
	Así,  en la isla de Tenerife, vivía un gran número de indígenas alzados,  grupo formado por los habitantes de los bandos de guerra huidos y por los  esclavos fugitivos. Los alzados se habían retirado a las montañas y vivían en  régimen de libertad, valiéndose de su mayor agilidad y mejor conocimiento del  terreno. 
	Contra  ellos fue decretada una especie de segunda conquista, por el capitán  gobernador Alonso de Lugo en 1499. 
	«Los acuerdos del Cabildo aludirán durante muchos años a ellos  con machacona insistencia. Así, las medidas tomadas por el Cabildo de Tenerife  en el año 1500 contra los alzados, nos revelan el temor a una deserción en  masa. Los castigos con que se les amenaza son sumamente graves: pena de  muerte para el esclavo guanche fugitivo, y expulsión con azotes para las  mujeres.» 
	A  pesar de estas medidas, la solidaridad entre los guanches perdura. De  hecho, el problema de los alzados no tenía en realidad solución, porque se  acogían a la protección de los indígenas de «los reinos de paces» (Anaga,  Abona, Adeje y Güímar) al primer asomo de peligro,  que les ofrecían  apoyo y cobijo. Para ello, los guanches de  los reinos de «paces» llegaban a robar  el ganado a los castellanos, y, con el producto de la venta, mantenían a los parientes  y amigos esclavos  . 
	
	   
	
	Medidas  contra los guanches 
	«El recelo contra  los indígenas se mantiene vivo, pese a los años transcurridos desde el final de  la conquista. Si Alonso de Lugo hubiera tenido las manos libres, los varones  hubieran sido expulsados irremisiblemente. Sin embargo, la obstrucción fue  cerrada por parte de la Corona a cualquier medida de esta índole. En vista de  ello, procura reducirlos y diezmarlos, alistándolos, a la fuerza, en las  mortíferas expediciones a Berbería, desterrando a los más díscolos y poniendo  cortapisas al retorno de los que por cualquier causa hubiesen abandonado la  isla. Pese a ello, la población guanche, superviviente al choque brutal  de las armas y a las razzias de esclavos de guerra, antes aumentó que  disminuyó, pues se fueron reintegrando a Tenerife  los guanches liberados de Andalucía y los emigrados voluntarios, unos y  otros acogidos por sus hermanos con auténtico calor y entusiasmo.» 
	Intentos por cambiar a los guanches  en su forma de vida 
	«Los indígenas se  acomodaban mal a la vida urbana y a las actividades sedentarias propias  de la agricultura. Por estas circunstancias, sus preferencias se centraban en  el pastoreo, de acuerdo con sus ancestrales costumbres. Seguían morando  en las cuevas, y recorriendo las alturas con sus rebaños de cabras y ovejas,  base principal de sustentación y riqueza.» 
	«En vista de ello,  tanto Alonso de Lugo como el Cabildo de Tenerife ensayaron diversos  procedimientos para forzarlos a cambiar de vida. Se pretende, particularmente,  que residan en poblados, en trato y convivencia con los colonos. Para  poder conocer su número y circunstancias se les mandó comparecer en la capital,  La Laguna, con el fin de hacer de ellos copia o relación, señalando los  nombres y medios de vida de cada uno.» 
	Sin embargo, estas  medidas no fructifican en la medida que deseaban los conquistadores. Así, por  ejemplo, a pesar de la importancia dada al vestido, los guanches que  habían regresado a la isla, después de haber sido expulsados individualmente  por la justicia, «en cuanto han vuelto a la tierra han dejado sus vestidos de  paño —salvo para mostrarse en la ciudad— y se han vuelto a cubrir con  cueros cosa que parece intolerable a los regidores.» 
	Todo ello mantiene  la desconfianza hacia los guanches, que «se manifestará hacia 1514 en  una drástica medida, que era un atentado a su actividad y medios de defensa  personal frente a cualquier imprevisto peligro: la prohibición absoluta de  poseer armas.» 
	
      
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        | A pesar de los intentos de cambiar la forma de vida  de los guanches, muchos de ellos preferían retirarse a las montañas y centrarse  en actividades como el pastoreo. (TB) | 
       
     
	La destrucción de la sociedad tribal 
	El conjunto de medidas tomadas hizo que los guanches se  vieran forzados a abandonar su natural modo de vida. Acostumbrados al pastoreo,  más o menos nómada, fueron obligados a vivir en las cercanías de los pueblos,  en espacios acotados y de fácil control por parte de las nuevas autoridades. 
	Este alejamiento de sus espacios habituales de  residencia, supuso la destrucción de su cultura y de su modo de vida, a  pesar de que algunos se rebelen contra esta situación huyendo a zonas de  difícil acceso donde sobreviven junto al ganado asilvestrado, «guanil». 
	  Estas medidas de control aplicadas a los  guanches, pronto desaparecen al comprobarse el escaso peligro de  sublevación existente entre la población guanche. Parece por tanto probable que  parte de esta gente volviera a sus antiguas ocupaciones pastoriles. 
	La discriminación del indígena 
	Los guanches, junto con otras minorías de tipo marginal  (moriscos, judíos, etc.), terminan por ocupar el último lugar en la  tabla de la escala social, aun contando con la protección de algunas  órdenes religiosas como los dominicos. 
	Así, durante el Antiguo Régimen existía una ordenanza negando  a los canarios aborígenes, al igual que a otros grupos marginales, el  ingreso en determinadas instituciones.  |